En consecuencia, como organización de la Iglesia Católica en
España para la promoción y el desarrollo de los países más empobrecidos, Manos
Unidas mantiene su compromiso firme a favor de una seguridad alimentaria
sostenible y respetuosa con la “casa común” que nos acoge.
Esta lucha contra el hambre en el mundo ha de asumirse como
un deber ético personal y una responsabilidad de la sociedad civil, si queremos
garantizar el Derecho a la Alimentación; un derecho inherente a la dignidad de
toda persona humana.
Este derecho -que se disfruta cuando las personas tienen en
todo momento acceso al alimento adecuado- es posible. Pues, según la FAO, la
seguridad alimentaria y la sostenibilidad del medioambiente a nivel mundial
dependen de unos 500 millones de explotaciones familiares (pequeños
agricultores, pescadores, pastores) que conforman la espina dorsal de la
agricultura en la mayor parte de los países. Sin embargo, estas explotaciones
son especialmente vulnerables ante la escasez de recursos necesarios para mejorar
la producción agrícola y el impacto de las crisis medioambientales.
Por eso, con nuestra Campaña “Plántale cara al hambre:
siembra”, nos comprometemos a:
·
Sembrar recursos: Para que todos, personas,
instituciones internacionales y los propios gobiernos en los países en
desarrollo, facilitemos a las explotaciones familiares el acceso a los medios
de producción. De manera especial, a las tierras de cultivo, agua de riego,
semillas de calidad y recursos financieros para el mantenimiento de las explotaciones.
- Sembrar capacidades. Para que los pequeños agricultores, con la participación de los propios gobiernos locales, puedan desarrollar una agricultura respetuosa con el medio ambiente; mejorar las técnicas de cosecha y almacenamiento de la producción; promover una alimentación adecuada; y proveer una red de mercados locales para la comercialización de los excedentes agrícolas.
- Sembrar responsabilidad y cooperación entre los Estados: Los Estados son los responsables últimos del derecho a la alimentación de sus ciudadanos. Por eso, la implicación de los gobiernos es necesaria para lograr la defensa de los más débiles, de las comunidades excluidas y del bien común. Los países en desarrollo deben mejorar su gobernabilidad. Así mismo, todos los Estados deben comprometerse de modo efectivo en la defensa de los derechos fundamentales, especialmente el derecho a la alimentación, y avanzar hacia una mayor protección del medio ambiente y una gestión transparente de los recursos naturales. La cooperación entre Estados es urgente en aras de lograr la defensa de los más débiles y de las comunidades excluidas.
- Sembrar solidaridad. Sin el compromiso solidario de toda la humanidad no es posible acabar con el hambre en el mundo. Como dijo el Papa Francisco en su discurso a la FAO en noviembre de 2014: la solidaridad es la actitud que hace a las personas capaces de salir al encuentro del otro y fundar sus relaciones mutuas en ese sentimiento de hermandad que va más allá de las diferencias y los límites, e impulsa a buscar juntos el bien común.
Así, desde Manos Unidas, seguiremos trabajando en
colaboración con todas las personas e instituciones que promueven un modelo de
desarrollo sostenible que fomente la austeridad en el consumo y detenga el
consumismo compulsivo e irresponsable.
Del Manifiesto de la Campaña 57 MANOS UNIDAS 2016
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