Epifanía, fiesta de la manifestación de Dios al mundo entero. Fiesta de la universalidad.
Protagonistas: Dios mismo que se
deja encontrar y se manifiesta; los pastores protagonistas del estilo y
destinatarios humildes del mensaje de Dios; los magos , extranjeros y paganos,
“buscadores de Dios”. Para encontrar al que “acampó
entre nosotros” hay que ponerse en camino como los magos.
Muchos vieron la estrella, sólo
ellos siguieron la invitación. Muchas veces no es la estrella en sí misma, son
sus reflejos o ecos. También nosotros encontramos “estrellas” (signos que nos
hablan de su cercanía) en nuestro camino. Son estrellas guiadoras de personas o
grupos que acogen y viven el Evangelio, la Buena Noticia, los acontecimientos
que se producen en el mundo. Quizás busquemos otra cosa y no un niño en un
pesebre. Esa estrella o sus reflejos nos invitarán a reconocerlo en las cosas y
lugares pequeños, a descubrirlo en rasgos de bondad, signos de fraternidad, en
razones para la esperanza, pero todo eso con dificultades como les sucedió a
los magos.
Hubo un momento en que la
estrella se oculta, desaparece de la vista de los magos y se ven obligados a
preguntar en Jerusalén. En muchas ocasiones nos empeñamos en llegar a Dios,
encontrarnos y hablar con Él, adorarlo, solos, por nuestra cuenta, sin contar
con nadie. Para encontrarnos con Dios, el único camino es contar siempre con
los demás, unidos a los otros; el prójimo es la estrella que nos lleva a Dios,
y nosotros hemos de ser al mismo tiempo estrellas que ayudan a los demás a
encontrarse con Él. Quien encuentra a Cristo se convierte en luz.
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