La Campaña del DOMUND, como cada año, remueve al personal que vive en Madrid y en concreto a la casa de Ferrer.
Los compañeros del EFAM, Claro Jesús Díaz y Ramón Delgado ya tenían comprometido la semana del DOMUND, el primero en Sevilla desde donde, este año, se tuvo la inauguración de la Campaña del DOMUND, al descubierto. Por su parte Ramón Delgado marchó a Donosti/ San Sebastián donde también estuvo muy implicado con distintas instituciones diocesanas.
Por lo que respecta a los que nos quedábamos en Madrid, Lola Golmayo, responsable del área de misiones de la Vicaria III había contactado con el IEME, a través de la oficina de Información y Animación misionera del IEME para que pudiéramos echar una mano a las parroquias que hubieran solicitado la presencia de algún misionero en las misas. Han sido cuatro parroquias de la Vicaría las que han tenido nuestra presencia.
La primera ha sido la Parroquia
de Ntra. Sra. del Buen Aire, parroquia en la que viene colaborando José María Rojo. Y
fue él precisamente el encargado de hacerse presente y reflexionar sobre los
contenidos de la Campaña.
La parroquia de San Estanislao de
Kostka es una parroquia humilde y
pequeña en la calle vertebral de Dr. Esquerdo. Nuestro compañero Antonio
Fernández acompañó las reflexiones del DOMUND en dicha parroquia. Dos días
después nos alegró la visita que el párroco de San Estanislao hizo a nuestra casa de Ferrer.
José Antonio Durá, ahora en el curso de formación, estuvo echando
una mano en la Parroquia de San Vicente Ferrer, en la calle Ibiza. Al ser los
dos valencianos, el santo titular de la parroquia y el misionero, hicieron ¨”buenas
migas” e incluso hubo invitaciones posteucarísticas. La misericordia entrañable
de Cristo y la tarea misionera forman un dúo, un tándem que no se puede
dividir.
A Luis Miguel Avilés le tocó en
la parroquia de Ntra Sra. de los Apóstoles, una parroquia con unas
características especiales. Fue construida dentro del depósito de agua que alimentaba
el distrito de Moratalaz. Parroquia donde la comunidad se reúne, nunca mejor
dicho, alrededor del altar. Una comunidad viva e ilusionante. Luis Miguel
ofreció el testimonio y motivó a cada uno de los que participaban de la
Eucaristía a ser un misionero de la mirada misericordiosa y de la ternura de Dios
en el lugar donde cada uno se encuentre.
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