jueves, 28 de mayo de 2015

SENTIR CON LA IGLESIA

El Salvador, el país más pequeño de América Central, volvió a ser noticia. Sobre la  cintura ensangrentada de América Latina brilla hoy el arco iris  y este pedacito de tierra,  bañado por las aguas del Pacífico, se viste de gala y resplandece  ante el mundo.

Jesús Rodríguez


Treinta y cinco años después resuena potente,  enérgica y vigorosa la voz del profeta, la voz del Pastor que dio la vida por su pueblo en una hora difícil de la historia. La misma voz que escuchaban los hombres y mujeres del campo, los catequistas, la gente sencilla de las Comunidades Eclesiales de Base, las religiosas y los sacerdotes a finales de los setenta, es reconocida ahora por propios y extraños.

La Plaza del Divino Salvador del Mundo se llenó de miradas y rostros festivos bajo el sol abrasador del trópico. Muchos vinieron de lejos tras largas caminatas y no pocos desvelos, con ansias de ver, oír, saborear, sentir  y celebrar.

El arzobispo Romero era incorporado al número de los beatos y con ello el Papa Francisco abría una puerta al subcontinente que sabe mucho de testigos,  que pasaron por la gran tribulación de las dictaduras  padeciendo escarnio, despojo, sufrimiento, negación  y muerte.

celebración

El mártir de la verdad y la justicia, el hombre sencillo y cercano, solidario con el pueblo destazado, defensor acérrimo de la dignidad de la persona, prestó su voz a los que no contaban,  ante los atropellos que vivía su pueblo sumido en una guerra intestina sin sentido, que provocó pánico , terror, destierro, desolación y muerte.

Como testigo del Reino, como apasionado por la Buena Noticia “a tiempo y a destiempo”, como hombre pobre entre los pobres, supo aprovechar todos los espacios habidos y por haber para iluminar el camino de los que creyendo en la esperanza buscaban “un cielo nuevo y una tierra nueva”, enjugando lágrimas y sanando corazones.

Su figura llamó la atención del mundo entonces, y hoy, más allá de distingos de cualquier tipo, su mirada serena irradia luz y paz, en un mundo fratricida en el que nos devoramos unos a otros, obsesionados por el dios  dinero y por la defensa a ultranza de  intereses mezquinos. En la vida y la palabra del que dijo “con este pueblo no cuesta ser pastor” encontramos una guía luminosa, cálida y llena de esplendor, al alcance de toda mujer y todo hombre de buena voluntad.

Fieles en la beatificación


Sentir con la Iglesia, significó para él hacer suyo el proyecto del Maestro que “pasó por el mundo haciendo el bien”, contra viento y marea, envuelto en un torbellino de contradicciones de parte de muchas personas creyentes que,   ”se las daban de estar cerca de él”.

Evangelizado por la fe de los pequeños, no dio nunca su brazo a torcer y la historia le dio la razón. El impacto de este reconocimiento hoy en El Salvador se irá haciendo día a día cada vez más grande en todo el mundo y nadie que se precie de seguir a Jesús de Nazaret podrá echar en saco roto al arzobispo Romero.


Grupo Misionero del IEME, de Guatemala, Mayo de 2.015

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