John Duigan dirigió la película Romero (EEUU 1989), con Raúl Julia como actor interpretando al que ha sido proclamado desde el día 23 de mayo, beato mártir oficial de la Iglesia, Mons. Oscar Arnulfo Romero.
La película me resultó entonces impactante. Tiene como trasfondo y base los contextos y realidad de opresión en la que vivió el pueblo salvadoreño y la postura que fue tomando en su momento el obispo Oscar Arnulfo Romero. En realidad para quienes hemos seguido la vida de Mons. Romero hemos de decir que la película refleja bien su proceso de conversión a los pobres. Al que en su día Pedro Casaldáliga llamó San Romero de América es ya una realidad.
¡San Romero de América, pastor y mártir
nuestro!
Romero de la paz casi imposible en esta
tierra en guerra.
Romero en flor morada de la esperanza
incólume de todo el Continente.
Romero de la Pascua latinoamericana.
Pobre pastor glorioso, asesinado a
sueldo, a dólar, a divisa.
Oscar
A. Romero, en su contacto y experiencia de relación con sus sacerdotes y con
sus diocesanos vivió de una manera reflexiva su propio proceso de conversión al
Dios de la vida y de los pobres. El sacerdote y obispo, vivía ajeno a la realidad de su pueblo.
Enclaustrado en la vida religiosa aburguesada, su vida cristiana había quedado
reducida a las relaciones de la clase social media y alta. Su palabra no estaba
sino hecha por lo aprendido en la atmósfera burguesa y en los libros. Mientras
tanto El Salvador, el más pequeño país centroamericano, con una población de
unos 6 millones de habitantes estaba dominado por unas cuantas familias terratenientes
que tenían de su parte al ejército, al poder y a la propia Iglesia y entre
ésta, al obispo Romero.
El
nombramiento como arzobispo de El Salvador le hace asomarse a un sector de la
Iglesia salvadoreña más enfangada con la realidad. El pueblo llano, las comunidades
de base y representantes de la teología de la liberación, personalizada en el
sacerdote jesuita Rutilio Grande, serán el nuevo rostro de su Iglesia. Estos
cristianos serán quienes en un catecumenado de vida ayudarán a abrir los ojos a
la realidad que se vivía. La película lleva el mismo ritmo catecumenal que irán
produciendo la reflexión, la oración y la conversión del obispo ante la
injusticia, violencia, y codicia de los poderosos.
Tu
pobrería sí te acompañaba,
en
desespero fiel,
pastor
y rebaño, a un tiempo, de tu misión profética.
El
Pueblo te hizo santo.
La
hora de tu Pueblo te consagró en el kairós.
Los
pobres te enseñaron a leer el Evangelio.
Al
obispo se le caerán las escamas de su visión de manera total ante el asesinato
del padre Rutilio. La muerte del jesuita y amigo Rutilio Grande colma el vaso y
hacen cambiar de postura a Romero. En ese momento denuncia, ora, ruega y se
pone del lado de los pobres… y termina pagando con su propia vida. El 24 de
marzo de 1980 es asesinado el hombre, sacerdote y pastor del pueblo, cuando
celebraba el sacrificio de Cristo.
La guerra civil que desde años atrás había estado
latente y que duró doce años ha generado un lastre de dolor y miseria. El sacrificio
del obispo Romero no se olvidó pese al intento de dejar su muerte impune y su
sacrificio devaluado por político e ideológico. Hasta el día de hoy se abalanzan
contra el inocente y el salmo se nos hace memoria.
No entregues a las bestias la vida de tu
tórtola
no olvides para siempre la vida de tus
humildes.
Recuerda tu alianza, pues hasta el
último rincón
está llena la tierra de violencia.
Que no quede defraudado el oprimido,
que el pobre y el desvalido alaben tu
nombre.
Levántate, oh Dios defiende tu causa,
recuerda cómo te ultraja el insensato
todo el día.
(Sal 74,18-22)
Luis M. Avilés Patiño
0 comentarios:
Publicar un comentario