La sorpresa fue muy grande para mí: En todos los poblados (más de cien) de la inmensa parroquia que se
nos había encomendado al sur del país, los cristianos celebraban en la mañana
de cada domingo el Día del Señor. ¡Admirable¡
¿Y cómo se las arreglan con sólo dos sacerdotes para garantizar la celebración
del domingo por todos los rincones? El
catequista (delegado de la Palabra
se le llama en América Latina) acoge a la comunidad cristiana de su lugar que
se dispone para la celebración. Llegan los lectores con su Biblia y las
lecturas repasadas previamente para proclamarlas con claridad a la asamblea. Y
los músicos y cantores con sus guitarras e instrumentos... La asamblea se va
congregando, se saludan unos a otros y se disponen a celebrar el Día del Señor:
se canta, se escucha la Palabra de Dios, se acoge con atención el comentario sencillo
del catequista, se alimentan en la comunión cuando disponen de ella, se dan los
avisos y se toman los acuerdos para la semana. En las otras capillas
evangélicas del poblado también se congregan sus cristianos. ¡Es el Día del Señor!
La Palabra proclamada, acogida y celebrada en el domingo se
desgrana en vida en Dios durante la
semana: los ancianos y enfermos son visitados y se ora con ellos en sus
casas, los niños y jóvenes tienen su catequesis, los responsables se reúnen
para preparar la celebración siguiente y para dar seguimiento a las tareas de
la comunidad. Son ellos (catequistas o
delegados de la Palabra los que
cuidan y garantizan día a día la marcha de la comunidad. Una vez al año llega
el sacerdote y se tienen la eucaristía, los bautismos y las bodas, si las hay.
Y el aire de fiesta es aún mayor ese día.
La iglesia en los lugares de misión gasta sus principales
energías en formar responsables de las
comunidades (catequistas o delegados de la Palabra); los reúne una o dos
veces al año para capacitarlos en cursos y talleres y les acompaña en su vida
de fe. Ellos son cristianos adultos y ejemplo de fe y de vida creyente: ¡CATEQUISTAS
CREADORES DE COMUNIDAD!
Lo que sentimos sobre ellos lo retrata con acierto el cartel editado para esta Jornada Misionera de Epifanía: una comunidad reunida y asentada sobre la Palabra de Dios, que le va dando forma de corazón, haciéndole sentir que
es portadora de la ternura de Dios derramada sobre ella y la envía a derramar
ese amor sobre los pequeños y los pobres siguiendo a Jesucristo que está entre
ellos (es a la cruz hacia la que todos
orientan su mirada). Esa es la COMUNIDAD
cristianas que cada CATEQUISTA se
esfuerzan en CREAR con el impulso
que viene del Espíritu.
0 comentarios:
Publicar un comentario