Con este lema tan apuesto y motivador se presenta la Jornada del Domingo Mundial de las Misiones o dicho de otra forma más popular y conocido, el DOMUND que la OMP para la Propagación de la fe nos propone para este año. Un estímulo, sin duda para que “el corazón misionero de las comunidades cristianas participe, a través de la oración, del testimonio y de la comunión de bienes”, en la respuesta a las graves y vastas necesidades de la evangelización” (Mensaje para el DOMUND Papa Francisco)
El cartel que dinamiza la Jornada de este año es motivador. Me retrae al
mundo deportivo, al mundo de las emociones dinámicas y sanas, porque toda
afirmación de la valentía rompe barreras, moldes; es un mundo, de superación de
uno mismo, de hazañas, de riesgo también. La sombra que corre saltando las
vallas del propio lema, los horizontes del propio diseño o los colores
vanguardistas y difuminados del papel que hacen que la misión se instale sin
fronteras, es un perfil creyente que se apuntala con la imagen de una cruz que
vuela. Quizás impulsando con su fuerza interior el propio salto de la persona
que la porta, posiblemente sintiendo las evocadoras palabras del profeta Isaías
“..los que esperan en el Señor verán sus fuerzas renovadas: les salen alas de
águila, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan” (Is 40,31). Esa es su
pretensión, lograr que la cruz vuele, sea además signo de victoria, trampolín
que impulsa el diálogo artístico entre el cartel y quien lo contempla y
observa.
No duda cabe que la Misión se vive y extiende en la medida que hay
anuncio y salto a la vida. No un anuncio cualquiera, se anuncia el Evangelio,
se anuncia una persona, se anuncia a Jesucristo. El mundo necesita el Evangelio
de Jesucristo porque es fuente de vida, es camino de esperanza, es sueño de una
sociedad más justa, más fraterna, más solidaria. Uno no se puede avergonzar de
llevar este tesoro, de experimentar esta gracia, de ser conocedor de esta
experiencia tan maravillosa. Por eso se nos invita a vivir este anuncio y
hacerlo con valentía. De ahí el lema SE VALIENTE, LA MISIÓN TE
ESPERA.
Nos dice la Redemptoris Missio que “el anuncio está
animado por la fe que suscita entusiasmo y fervor misionero…Los Hechos de los
apóstoles expresan esta actitud con la palabra parresía que
significa hablar con franqueza y valentía; este término se encuentra también en
San Pablo “Confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el
evangelio entre frecuentes luchas” (1 Tes 2,2) “Orando…también por mí , para
que me sea dada la Palabra al abrir mi boca y pueda dar a conocer con valentía
el misterio del Evangelio del cual soy embajador entre cadenas y pueda hablar
de él valientemente como conviene (ef. 6,19-20)´”
No sólo es la Iglesia, como institución la que anuncia, es en razón del
bautismo por lo que se nos constituye a cada uno de los bautizados en
comunicadores del Evangelio. Cada cristiano ha de anunciar esta alegría no
desde palabras huecas, sino desde la rúbrica de que “el Señor ha hecho obras
grades con nosotros y estamos alegres” (Sal 125,3), lo ha de llevar, desde esta
experiencia propia, desde la empatía que engendra el testimonio de haber
acompañado la vida de la gente, sus dolores y conflictos, desde la alegría de
haber ungido de fraternidad y solidaridad la soledad y las dolencias del mundo.
Nos dice el Mensaje del Papa para esta jornada que los jóvenes son la
esperanza de la misión. Lo hemos percibido en cantidad de jóvenes lazados a la
Misión en este verano. Jóvenes, varones y mujeres, de edades más tempranas y
jóvenes adultos han llevado mensajes de esperanza a muchos rincones del
planeta. He visto a algunos no sólo con maletas repletas para, consolar y
solazar a niños y adultos en la dureza de la vida, sino con corazones repletos
de sueños, de vida entregada por amor a Cristo.
Vivir en esta espiritualidad de camino, de éxodo continuo, nos dice el Papa
Francisco, nos lleva a poner esta noticia alegre en las periferias que
necesitan la luz del evangelio” (EG 20). Por eso este permanecer en camino nos
exige estar atentos, para estar disponibles, para estar prontos y acogedores.
Es una espiritualidad de la escucha y un ministerio el de la visitación. Esta
sensibilidad especial requiere en los tiempos que nos han tocado vivir
valentía, parresía lo llaman otros, para no esconderse, para no
verse arramblados con la comodidad, con la desidia, con el hedonismo o con
aquellos pensamientos que desguazan para sus intereses la dignidad del ser humano.
Por eso que este año las Obras misionales pontificias nos proponen esta idea SÉ
VALIENTE, LA MISIÓN TE ESPERA.
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