Lo que no se entiende con los ojos normales y corrientes SÍ SE ENTIENDE CON LOS OJOS DE LA FE: ayer cinco compañeros del IEME estuvimos en Plasencia para el “envío misionero” de Julián Martín Paniagua, hasta ahora colaborador de la parroquia de S. José y Delegado de Misiones de la diócesis. Muy pronto embarcará para el Nordeste del Brasil, a Bahía para incorporarse al grupo de misioneros que el IEME tiene en esa región nordestina del gran Brasil.
Y sí, todo era alegría. Comenzando por sus padres, Julián y
Encarnación, ancianos ya y firmes como centenarias encinas cacereñas dando
gracias a Dios por la vocación de su hijo, rezando y cantando. Alegría en los
laicos de su parroquia que expresaron bellamente cómo con Julián habían
aprendido a caminar como iglesia, juntos, y que generosamente lo querían
compartir con la Iglesia hermana del Brasil. Alegría de sus hermanos sacerdotes,
numerosos en la celebración, quienes gozosamente lo abrazaron mostrando el
compromiso compartido y que seguirá en la distancia. Alegría de D. Amadeo, su
obispo, no sobrado de sacerdotes, por supuesto, pero contento de colocar el
crucifijo misionero a Julian y cumplir con su deber de pastorear la iglesia
diocesana que es, por naturaleza, misionera. Y alegría de nosotros, como
instituto misionero, al gozar con ese “goteo”-pequeño, es cierto- pero que
esperamos no se corte, de sacerdotes de distintas diócesis españolas que se
deciden por la misión universal…
Fue una gran fiesta, sencilla y entrañable. Una celebración
llena de símbolos, bien preparada y mejor vivida, en la que nadie tenía prisa y
todos gozaban. Julián, seguro, estará aún recuperándose de tantas emociones al
ir siendo envuelto por todos nosotros en un hermoso papel de regalo para que lo
reciban muy pronto las encantadoras gentes del nordeste brasileño. A ellas se
lo regalamos generosamente.
José
Mª Rojo G.
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