Hace
ni más ni menos que 35 años (1982) (algunos de los que escribimos esto no
habíamos sido ordenados aún) se escribía la siguiente reflexión:
“-`¿Ir
a misiones?´
-“No
es el momento”, se piensa. Y luego, la tan sabida frase: “Bastantes misiones
tenemos aquí” o la otra respuesta que parece más cristiana: “Van a tener que
venir desde allá a misionarnos a nosotros ¿quién sabe?
En
cierto modo, aquellas iglesias jóvenes y misioneras, con sus animadores y
catequistas de comunidad, su testimonio sencillo, y hasta sus persecuciones y
mártires, nos devuelven ya el evangelio como más vivo y comunitario. Este intercambio,
diálogo y el “contar entre hermanos las maravillas que el Señor obra en otros
pueblos”, tal como lo hacían los Hech 15, 3-4, es parte importante de la
Misión. Para vivirla en plenitud la Iglesia es misionera, sale se abre a otras
culturas y escucha allí “las semillas del Verbo”, nos dice el Vat. II
La
Misión es una exigencia vital del Evangelio, es de lo más institucional en la
Iglesia de Jesús. El
miedo, la tal prudencia “humana” nos cierran el horizonte y con frecuencia nos
paralizan. Cierto que vivimos tiempos de crisis, esperas y búsquedas. Pero lo
que ya parece poco evangélico es que nos busquemos salidas a base de
seguridades, intereses, muy privados y vueltas hacia atrás. “Desde la fe” las
salidas son siempre hacia adelante, hacia un mayor riesgo y entrega y
generosidad.
Queriendo revitalizar nuestra Iglesia de España no podemos encerrarnos en nosotros mismos
diciendo: “Dios les guarde, hermanos, se las vayan arreglando” ¿Todo lo
contrario!
Ir a los más pobres, a los otros, esa es la
opción preferente en el Evangelio de Jesús…..”Y así, después de 35 años el Papa
Francisco vuelve a reflexionar en los mismas claves, quizás con otras
palabras.. “la alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los
que se encuentran con Jesús” “Ser Iglesia en salida” abandonando la “autorreferencialidad”, abrirse a los desafíos de hoy, las tentaciones de los agentes e Iglesia que sumergen la actividad misionera en
una crisis de miedo y desesperanza….y se permeabiliza en una crisis espiritual
misionera.
¡No nos dejemos robar el espíritu misionero!
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