Año
tras año os hemos ido dando a conocer distintas facetas del IEME: de lo que
somos y de lo que queremos ser; de nuestros trabajos en la misión fuera de nuestras
fronteras y de nuestra tarea de animación misionera aquí en España, de nuestros
sueños y nuestras esperanzas (también de nuestras dificultades y limitaciones).
Hemos dejado muy claro que nuestra iglesia española y todos nosotros, como
bautizados, somos y tenemos que ser misioneros. Nos lo dice jesús en el
evangelio, nos lo ha dicho el Papa cada rato y nosotros lo sabemos muy bien.
¿Lo creemos y lo vivimos? Ese es otro cantar…
Nosotros,
los sacerdotes misioneros del IEME, somos una cara visible de esa iglesia
misionera (otras caras son los/as religiosos/as, los laicos). Y no queremos
repetir sin más, hacer lo mismo siempre. Por supuesto que lo esencial no
cambia: anunciar la Buena Noticia del Reino, con obras y palabras, especialmente
a los pobres, como lo hizo Jesús (Lc 4, 16-21). Somos muy conscientes de estar
no sólo en una época de cambios (y muy rápidos) sino en un “cambio de época”,
donde todo se replantea. Ello nos obliga a reflexionar, evaluar, cambiar,
convertirnos…
Afortunadamente,
en el IEME tenemos establecida una Asamblea General cada 5 años. Y este año,
2018 en mayo, nos toca hacerla. Nos reuniremos representantes de todos los
países donde estamos trabajando, más los de España, para preguntarnos con
sinceridad: ¿dónde estamos? qué estamos haciendo? cómo lo estamos haciendo?...
Y, sobre todo, sí es eso lo que el Señor nos pide, si es eso lo que hoy
necesitan los pueblos y las iglesias donde trabajamos. Y adelantarnos al
mañana.
No
cabe duda de que es importante que tengamos bien puestos los pies en el
presente (en el mundo de hoy y en la Iglesia de hoy, la que nos dibuja cada día
el papa Francisco). Y es importante que pongamos la mirada no tanto en el
pasado sino en el futuro: lo que queremos ser y hacer, lo que Dios espera de
nosotros y aquello a lo que tienen derecho a esperar los pueblos a los que
somos enviados.
Desde
ahora os agradecemos vuestras oraciones para que acertemos en nuestra Asamblea
General de este año. Somos menos y mayores cada vez, pero eso no nos exoneran
de tratar de ser mejores, de trabajar cada día mejor. Y “si el Señor no
construye la casa en vano se esfuerzan los albañiles” (Sal 127). Que Él nos
eche una mano. Por adelantado, nuestra gratitud a vosotros.
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