
La sorpresa fue muy grande para mí: En todos los
poblados (más de cien) de la inmensa parroquia que se nos había
encomendado al sur del país, los cristianos celebraban en la mañana de cada
domingo el Día del Señor.
¡Admirable¡ ¿Y cómo se las arreglan con sólo dos sacerdotes para garantizar la
celebración del domingo por todos los rincones?
El catequista (delegado de
la Palabra se le llama en América...