Después de un merecido descanso visitando Salvador, acercándonos a la realidad religiosa del Candomblé, y viviendo más de cerca lo que es la experiencia “¡Levántate y Anda!”, llega el momento de seguir profundizando en la vida como misioneros y como IEME.
Dedicamos el lunes a ir poco a poco entrando en la
experiencia misionera personal. Partiendo de la XI Asamblea General, entramos
en una de las conclusiones de la misma: “Vivimos en la Iglesia de destino la
condición de sacerdotes diocesanos misioneros con más radicalidad. Para ello
primero comenzamos a entrar en nuestra propia vida de misioneros.
¿Cómo estamos insertos en la Vid? Sabemos que nuestra
misión está injertada en la misma experiencia de Cristo Jesús que nos envía a
dar frutos. Pero es verdad que muchas veces necesitamos la conversión de muchas
de nuestras actitudes. Pero también constatamos que tenemos muchos valores que
abonan nuestra vida como sacerdotes misioneros. Para poner en común nuestra reflexión usamos de la
“dinámica del árbol”. Los frutos son los grandes valores que vivimos y las
muchas acciones que dan vida a nuestro alrededor en estas iglesias. Unas hojas
secas que son aquellas cosas en las que tenemos que cambiar y que caen al
suelo, pero que se convierten en abono con las pequeñas gotas de agua que caen
de nuestro sudor y trabajo, de tantas cosas que hacemos y que muchas veces no
llegan a dar fruto, pero son fundamentales para abonar la tierra.
Dimos un paso más, ir reflexionando sobre el número 93 de
nuestra Asamblea: “La posibilidad de acoger temporalmente en nuestros grupos
del IEME algún sacerdote nativo enviado como misionero desde otros países
carentes de institución misionera propia”. Y en ese contexto se presentó
la experiencia de Bahía, en la que con un grupo de sacerdotes de diversas
diócesis del Nordeste brasileño se reúnen para reflexionar y compartir la
acción misionera “ad intra” y la opción misionera “alem de fronteras”. El IEME tiene una vocación a la que no debe renunciar que
es la animación misionera en nuestras diócesis de destino tanto con sacerdotes
como religiosos y laicos. Y a la vez pensar si nuestros grupos tienen la
capacidad de acoger a sacerdotes de otros países que quieran hacer una
experiencia misionera entre nosotros.
Por último estuvimos reflexionando sobre sobre el estudio
sociológico que nos ofrece el ayer, el hoy y el mañana que desde la realidad
sociológica nos puede ayudar a dar pasos a renovar nuestras estructuras.
Mención especial tiene la realidad de diferencia entre “miembros y asociados”, realidad
que tendremos que ir adaptándola pastoral y canónicamente a la nueva realidad y
a los nuevos tiempos. Nos detuvimos en compartir las propuestas que cada uno de
los grupos trae para ser discutidas. Que aunque algunas lo fueron, quedamos que
el equipo Coordinador elaboraría una propuestas para ser discutidas y que se
elevarían a la Asamblea.
Y terminamos con la celebración de la Eucaristía en la que
pusimos sobre el altar todo lo que habíamos reflexionado y toda la realidad
personal de cada uno y como familia del IEME. Que Dios nos bendiga. “Que Deus
nos abençõe”.
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