Los Molinos es un pueblo encantador de unos 4.000 habitantes, situado en las estribaciones de la sierra del Guadarrama, a 50 Km. de Madrid. Nieve y frío en invierno, brisa y sol benigno en verano. Ideal para venir a rejuvenecer los pulmones con aromas de jaras y pinos, mientras el calor mortifica a los habitantes de la capital.
Aquí está LA CERCA, una preciosa
finca de granito tallado, con más de cien habitaciones disponibles como “casa
de oración y de estudio”, donde la diócesis de Madrid organiza jornadas
espirituales, de formación y de convivencia.
Pues aquí nos reunimos todos los años los misioneros del IEME,
normalmente la primera semana de julio. Somos los misioneros ya jubilados que
estamos en España y los que vienen de vacaciones.
Es un encuentro familiar, pues
siendo el IEME un Instituto bastante reducido, nos conocemos casi todos.
Formamos cada año un grupo variopinto, pues siendo sacerdotes diocesanos (no
religiosos) hay referentes de casi todas las diócesis de España. Las actividades
a lo largo de toda la semana se componen de informes sobre el trabajo general
que realiza el IEME, de las respectivas misiones, diálogo, proyecciones,
convivencias y una exótica liturgia ambientada en el folklore de los países
donde el IEME está presente: Japón, Tailandia, Zimbabue, Zambia, Togo,
Mozambique, Brasil, Dominicana, Perú, Nicaragua, Cuba, Guatemala, Costa Rica.
Este año es algo excepcional:
nueve celebraciones de Bodas de Oro sacerdotales, y tres de Plata. No he
resistido a la tentación de preguntarme: “y estos del Oro ¿cuántas misas han
celebrado durante medio siglo?” Parto de la cantidad ínfima de una misa
diaria, aunque muchos han celebrado dos y tres los domingos. Y la calculadora
me da la sorpresa de 18.250 misas celebradas por cada uno de ellos.
Verdaderamente alucinante. ¿Qué pensarán los ángeles en el Cielo? Porque este
privilegio es exclusivo de los mortales “que han sido elegidos” “No me elegisteis
vosotros a mí, fui yo quien os elegí” (Jn 15,16).
Así pues, celebramos este Oro y esta
Plata tanto como puede hacerlo el entusiasmo de los sesenta y dos compañeros
que estamos reunidos en La Cerca. Y al final viene la guinda: excursión a Ávila
en este año teresiano para visitar las Edades del Hombre.
Nos despedimos y yo quedo
preguntándome al ver esos compañeros cargados de años que irán desfilando a su
casa: ¿Cuántos faltarán a la cita del año 2016? Pero Los Molinos ya no
importan. Tenemos una cita ineludible en el Cielo. Y hacia allí caminamos.
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