Las IV Jornadas de diálogo interreligioso concluyeron ayer domingo 19 con la celebración de la EUCARISTÍA. Dichas Jornadas estaban organizadas por el Área de Misión y Cooperación, Área de Justicia y solidaridad de la CONFER con la colaboración del DIM y han tenido lugar del 17 al 19 abril, en las Religiosas del Amor de Dios.
Las Jornadas tenían como objetivo
ofrecer un marco de observación y reflexión de lo que han sido las
repercusiones en estos 50 años de
la Declaración Nostra Aetate del
Vaticano II y su incidencia en el terreno de la Vida Consagrada, es por ello
que el título de las Jornadas era Diálogo
Interreligioso y Vida Consagrada: Retos de la Nostra Aetate.
La ponencia del primer día de
José Manuel Matito, profesor de la UPS nos ofrecía la ponencia marco: “Génesis
de la declaración Nostra Aetate. Una exposición densa que entrever las
dificultades que supuso para la Iglesia el reconocimiento de otras religiones y
su apertura al diálogo. Con las dificultades que se planteaba, la declaración había
sido una auténtica obra del Espíritu que se hizo presente a pesar de las
puertas cerradas del “cenáculo”.
El segundo día, la oración de la mañana nos henchía vida y
presencia de Dios. La ponencia de Juan Pablo García Maestro de la UPS en Madrid fue brillante con “Interpretación de la Nostra Aetate a la
Vida religiosa” marcaba las razones de estas Jornadas en este espacio y su
reflexión incidía profundamente en los problemas a la vez que ofrecía
perspectivas del trabajo de la Vida religiosa en el contexto del diálogo interreligioso.
El diálogo interreligioso no es sólo ejercicio intelectual sino vivencial y en esta
vida la vida religiosa consagrada tiene una palabra que ofrecer muy responsable.
Las mesas redondas y el diálogo
posterior que surgió fue una delicia y dejó entrever las distintas áreas y
presencias en las que se puede hacer efectivo el trabajo y recepción de la
Declaración. Ernestina Alvarez por parte de la vida consagrada, nos hablaba de
hospitalidad, Carmen Márquez, nos enmarcaba este diálogo desde el trabajo que
ha de hacer la propia Iglesia y Cristina Monteys abría una perspectiva de
trabajo dialogante, servicial y de dignidad humana en la sociedad realmente
iluminador. Por la tarde la presencia de
hermanos de otras religiones como Mohammed Dahiri por el Islam, Verónica Nehama
por la comunidad judía y Yótica por el Budismo exponían experiencia y
percepción del trabajo y apertura de la Iglesia en el diálogo con sus
respectivas comunidades. Al final de la tarde orábamos con
una oración universal e interreligiosa que ensanchaba y dilataba corazones.
El domingo 19 comenzamos con una
meditación desde el silencio. “Sin el silencio del dios, no podría yo
inspirarme en su Vacío , ni escuchar la música que impone su mutismo” dice en
Las aromas del zen de Rafael Redondo. Tras
este silencio meditativo, Javier Melloni de la FTC, hizo una larga ponencia divida en dos
tramos de reflexión a lo largo de la mañana con Nómadas del Absoluto. Su trabajo fue novedoso, creativo
y recreativo para quien está ajeno a su reflexión. Se nos habló del éxodo y
éxtasis en el nomadismo sagrado, la recreación de los votos, pasar de una
identidad defensiva a una identidad oblativa, de vaciamiento, de la Vida
religiosa ante las grandes constelaciones religiosas de la humanidad y la
recepción del sacramento de la tierra, del hermano, del silencio. Una
perspectiva que deja un horizonte abierto de renovación.
Por último la EUCARISTÍA PASCUAL nos acogía con las bendiciones del agua purificadora y bendicional, nos nutría de una Palabra desterradora de miedos y cobardías, nos nutría de luz y esperanza con el pan y el vino de Dios y de los hombres. Por último con el signo del Bai Sri Su Khuam nos “ataba” a la fraternidad y bendición universal que Dios ofrece a todos, nos vinculaba al trabajo por la dignidad que hay que ofrecer a todos los hombres y mujeres sean de cualquier clase y condición humana y religiosa.
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