Más de 20 institutos misioneros nos congregamos en Hong Kong la semana pasada para nuestro encuentro mundial bianual. Esta vez fueron los Misioneros de S. Columbano (de origen irlandés y que están cumpliendo 100 años de vida misionera desde su fundación) los encargados de coordinar el encuentro.
Y a Hong Kong
fuimos llegando de cuatro continentes a la cita del lunes 9. Esta vez la
aventura la protagonizamos los dos del IEME, cuyo vuelo de ETIHAD salió de
Madrid con tres horas de retraso (problemas técnicos nos dijeron) y al no
empalmar en Abu Dhabi con el de H.K. “nos regalaron” un esa ciudad un día para
que fuéramos conociendo y por si nos animábamos a iniciar una misión allí… Como
a veces las comunicaciones fallan ya casi ni nos esperaban en H.K. cuando
llegamos al día siguiente…
El tema central
fue LA IGLESIA Y LOS JÓVENES, preparándonos para el Sínodo de la Juventud. Si bien
es cierto que la variedad de países en que trabajamos en muy grande sí se
encontró un denominador común: los jóvenes no se encuentran bien acogidos y
reconocidos en nuestra iglesia a la que a veces se le describe como una
“gerontocracia”. Tres jóvenes de H.K. participantes en la primera parte del
evento reclamaban con fuerza lo primero y más elemental: el ser escuchados. No
hay duda que tenemos como iglesia una asignatura pendiente y el tiempo nos
apremia si queremos aprobar.
Claro, se
hablaba, sobre todo de “los jóvenes en la Iglesia” pero el tema serio es el
otro ángulo: cómo llega la iglesia a hacerse presente en la gran masa de la
juventud que “pasa de la iglesia” o que nada saben de ella. Esa juventud sí
tiene su peso en la sociedad a todos los niveles, incluso cuando son
postergados o marginados (como en nuestra sociedad española).
Estando a las
puertas de China no podía faltar el tocar el tema de la Iglesia en China. A
ello nos ayudaron especialmente el cardenal de Hong Kong y un obispo chino
solicitado al efecto.
Complejo, como
bien sabemos el problema pero donde el papa Francisco y el Secretario de Estado
Parolin tienen muchas cartas por jugar.
No cabe duda que
es un gran privilegio encuentros de este tipo: personas todas ellas curtidas con
muchos años en el surco misionero, con ilusiones y esperanzas en que otros
tomen las riendas -¡soñada juventud, también en nuestras tiendas!-.
A la vuelta no
perdimos la conexión pero agradecimos la casa de Ferrer después de tantas horas
de viaje…
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