Es frecuente que la fe en la Resurrección nos convoque en distintas localidades de Burgos. Allí nacimos, allí echamos nuestras raíces como institución misionera, de aquella recia espiritualidad castellana bebimos muchos de nosotros. Y Burgos sigue siendo la diócesis de la que más misioneros han realizado su sueño a través del IEME…
Esta
vez fue en HACINAS, pueblo cercano a Santo Domingo de Silos… Allá fuimos a dar
el “adiós” a don Anastasio Antón, padre de nuestro compañero en Cuba, Tarsicio.
Y pueblo también de quien trabajó hasta hace muy poco en el EFAM, Ramón Delgado.
Aunque
es un pueblo que aún pasa bastante de los 100 h. en invierno, se constató una
vez más, que “el sonido a honras fúnebres” de las campanas hace que se llene el pueblo y
se llene la iglesia, de nuevo. Con más motivo esta vez cuando el señor
Anastasio era reconocido por todos como “hombre de iglesia”.
Presidió
la celebración y nos dio ejemplo de serenidad su hijo Tarsicio, como también
todos sus familiares, entre ellos una hija, hermana de la congregación de la
Caridad de la Madre Teresa de Calcuta. Dentro de la iglesia llena, una
treintena de sacerdotes, varios de ellos compañeros de Tarsicio.
Y
volveremos muchas veces a Burgos, reafirmando nuestra fe en la Resurrección: El
nos convoca.
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