Queridos compañeros del IEME, y
otros amigos/as. No cabe duda que lo que dice el
Vicario General, de la Diócesis de Lugo, Mario Vázquez, es totalmente cierto. «Fue
un sacerdote coherente, inteligente, austero, comprometido y con una opción
clara por los pobres, por las CEBs. y la teología que las sostiene»
Ramón Jacobo tercero por la izquierda |
Ramón Jacobo Bernárdez no fue de
esos que se pasan por la vida sin dejar "rastro"; su delicadeza,
su *ternura exquisita* en el trato con la gente, su alegría profética, era todo
un «testimonio convincente» para los que tuvimos la suerte de conocerlo,
convivir con él y acompañarlo en sus «momentos títánicos de resistencia» ante
las injusticias, indiferencia y "acomodamiento" a este *siglo*, tanto
en su Diócesis de Origen, Lugo, como de destino…Barahona.
Ramón, no solo brilló en la diócesis
de Lugo y en el IEME, por su preparación académica y por su «estar al día y al
corriente» de cómo combatir este sistema; como buen “galego” siempre estuvo al
lado de los más pobres y oprimidos «do pobo galego»
Fray José Gómez, q. e,p. d.,
obispo anterior de Lugo, un pastor con "olor a oveja y a morriña",
supo muy bien lo que hacía, cuando se desprendió de él, para que se integrara en
el IEME. Le costó mucho, pero sabía que una diócesis se enriquece cuando da
"desde su pobreza". Por eso nos visitó, tanto en Barahona como en
Gualey...supo "enlodarse" a lo "Francisco". Ambos son ahora
nuestros mejores intercesores.
La diócesis de Barahona, pudo,
por poco años, enriquecerse con el aporte de su sabiduría, de su compasión
solidaria y su «compromiso certero, valiente y eficiente». No vino para
"ver" la realidad, sino también, para "aportar" su pequeño
granito de arena, para "transformarla" a la luz de la Palabra. Supo
hacerlo y enseñó a hacerlo.
Efectivamente, no lo hizo y
siguió caminando, hasta sin bastón. Intentó, más luego, volver a R.Dominicana y vino por
un mes, para convencerse que ya su situación personal de salud, le impedía
regresar a "misiones", como se suele decir en "argot"
evangelizador, desde Europa.
Al final, el cáncer le abrazó más
a la cruz, que le llevó a la resurrección definitiva. Fui testigo del ejemplo
que nos dio a todos y todas, "sobrellevando el fuerte dolor" con
paciencia y alegría, que le producía la presencia del cáncer, y así mismo,
todos los que lo conocieron y fueron parte del pueblo de Dios a él asignado en
Lugo.
También para la diócesis de
Barahona, para el IEME y para los compañeros del "Grupo-Santo
Domingo", de Rep. Dominicana, Ramón Jacobo fue uno de los que "pasó
haciendo el bien" y empujó la historia con su "humanidad",
conciencia crítica, amor solidario y profunda espiritualidad.
Uno más del «Grupo IEME de Santo
Domingo», junto con Alejandro Arnedo, Eduardo Martín, Pedro Mahamud, Pedro
Gómez Ponce, Diácono Rogelio Arjona, Tomás Cardona, Jordi Coll, Martín Hernández,
en Monte Plata, y que trabajó también en la diócesis de San Pedro, hasta su
muerte, de infarto, en la parroquia, "Ramón Santana", la más pobre,
de la nueva diócesis de San Pedro de Macorís, donde acababa de ser consagrado
obispo, el actual arzobispo de la Capital, Mons. Francisco Ozoria.
Quiero unirme a toda su familia,
hermanos, sobrinos, especialmente, a su hermana más joven, que lo cuidó con
esmero siempre, y también agradecer, en nombre mío y del IEME, a
Josefina, " Fina", que lo acompañó "siempre" en la
enfermedad y apoyó en su labor misionera. Con todos ellos, con el
"Equipo de Formación especializada" de Monforte de Lemos, quiero unir
«Mi compartir pascual y doloroso».
Manuel Bodenlle, 5 jun. 2017,
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