Con unos minutos de retraso después de la hora comprometida de las 7,30, comenzábamos en la tarde de ayer día 12 de septiembre, en el que hacíamos memoria del Dulce nombre de María, el funeral-homenaje a la misionera asesinada en Haití, Isabel Solá y miembro de la Congregación de Jesús y María.
La celebración tuvo lugar en la gran capilla del colegio. Lo que en otras ocasiones, en actividades pastorales, me había parecido un lugar frío en este caso la gran iglesia parecía quedarse pequeña y el ambiente sobre cogedor. Presidía la celebración el Sr. Arzobispo de Madrid D. Carlos Osoro y era con celebrada por un número importante de sacerdotes entre los que se incluía el director de las OMP D. Anastasio Gil y varios vicarios de la archidiócesis de Madrid. El IEME estuvo representado por el Dpto DIA.
La celebración se prolongó por espacio de hora y media que nos resultó a todos breve debido a la intensidad y emociones que se vivieron. La congregación habían preparado una celebración digna de un recuerdo
merecido. D. Carlos Osoro entretejió su homilía con el poema de Santa Teresa,
"Solo Dios basta" al que Isabel le había puesto música y que pudimos
escuchar, y la entrega de su vida a los pobres como acto que acredita esa experiencia
de que a Dios sólo merece entregar la vida y que Isabel siempre había hecho
realidad con su entrega a Cristo y a éste en los pobres.
Después de la comunión se compartieron experiencias, testimonios. Se
cantaron algunas canciones que Isabel había compuesto y que interpretaron
miembros jóvenes de la congregación y se relató la obra entregada a los pobres
desprendiendo emociones. Momentos intensos se vivieron cuando se ofrecieron los testimonios de la familia,
la de sangre y la de vida religiosa y al final se dio lectura al testamento
espiritual que había dejado como si presintiera esta muerte que celebrábamos y
que nos dejó a todos con lágrimas en los ojos.
Una mujer de fe, enamorada de Cristo, que se había entregado de lleno a la
Misión y a los más pequeños, exponiendo su vida en todo momento hasta la hora
de entregarla totalmente a Dios y al pueblo con el que ella compartía su vida
¡Sobrecogedora tu vida, Isabel, descansa en paz y goza ahora de quién estuviste
enamorada siempre!
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