Sí, nos lo dice la fe y nos lo dice lo que sabemos de su vida. Era la madre de Mª Inmaculada, Ezequiel y “Martinho”, ambos sacerdotes.
No se me borra la imagen
de hace menos de dos años: a Martinho, que había venido de Brasil (donde era
misionero) para cuidar a sus padres muy ancianos, lo estaban bajando a su tumba
y sus padres contemplaban impertérritos la escena en el cementerio de Burgos:
un infarto fulminante se lo arrebató –sin pedir permiso ni disculpas- a la hora
de la siesta…
Hoy
solo el señor Angel contemplaba, en la misma iglesia de hace dos años, el ataúd
conteniendo el cuerpo sin vida de su esposa… Ezequiel, presidiendo la
eucaristía con una entereza sin par, nos resumió los sentimientos que habían
fortalecido a esta familia castellana: la PAZ, la ESPERANZA y la GRATITUD.
Todos
nosotros (laicos, religiosas, sacerdotes) más bien, estábamos dando gracias a
la familia y a Dios en ella, por el ejemplo que nos han dado y siguen dando.
Doña
Manuela, a sus 92 años, descansa en paz; los suyos lo saben, nosotros lo sabemos
y le pedimos que siga dando fuerzas a D. Angel. Y a todos nosotros esa
esperanza y esa paz que necesitamos. GRACIAS, familia Rodríguez Miguel.
José Mª Rojo G.
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