sábado, 14 de noviembre de 2015

SEMBRAR ROSAS DE ESPERANZA ANTE EL DOLOR Y LA TURBACIÓN

Se hace difícil describir con palabras la estela de dolor y turbación que nos causan los atentados de París de este desangelado 13 de noviembre. Desde estas breves notas queremos unirnos a tanto dolor y turbación en los familiares y a un país cercano y hermano que ha sido sacudido por un "manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible" 


¡Es inmenso el dolor que provoca esta barbarie! Como también inmenso el daño que se aloja en los corazones humanos. Quiebra esperanzas en la humanidad, siembra miedos, despliega sospechas, esparce el pánico y el espanto. 

Este dolor tan fuerte rompe relaciones de amistad de pueblos, sociedades, culturas, religiones, que tanto tardan en fraguarse, quiebra la fe en las determinaciones políticas y sociales de las comunidades, pero sobre todo atenaza la confianza en el vivir cotidiano, proyectando sospechas y recelos con mis vecinos, con las personas que diariamente me rodean y saludo cada día. Perturba el sosiego de un paseo otoñal por las calles de cualquier ciudad o el simple hecho de gozar la música y la risa con quienes amas.

Que esto no pueda con nosotros, que no nos hunda en el abismo de la desesperación y depresión negando sueños de fraternidad y vida para este mundo. Que no se contagie nuestro corazón de la ponzoña incubada y no se obscurezca nuestra mirada cándida y amable, que no nos cambie el corazón la crueldad y la vileza. Sembremos rosas que nos traigan color, futuro y esperanza. 

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