Kru Sompong es campesina, casada y madre de tres hijas. Quiere ser este artículo un homenaje a una mujer representante de otras tantas que lideran la vida cristiana en ámbitos muy misioneros de la región de Isaan. Kru Somphong es como el fruto del lam-yai que crece en la parroquia de la que es catequista-líder, pequeña, quebradiza y frágil en su cáscara, pero su hueso interno le da una textura fuerte y armoniosa con un sabor dulce y delicado como la fe que genera en su gente de amor a Dios y a la Iglesia. Con el alba, la sentía todos los días regar las flores y plantas que adornarían siempre frescas en el altar y sagrario de la Iglesia. Agradezco sinceramente a mis compañeros en Tailandia la entrevista y traducción de su conversación con ella.
Iglesia de Santa Inés |
Khru Somphong, (lit. “Maestra” Somphong) como es conocida por todos aquí, nos cuenta que nació aquí en Huey Suam y que era aún una joven recién casada cuando los ancianos de la comunidad se presentaron a hablar con ella en casa para pedirle que aceptara comenzar a prepararse para ser la catequista de esta parroquia. Eran tiempos difíciles pues la guerra de Indochina había recién acabado y la zona no estaba aun recuperada de los destrozos producidos por ella.
En oración |
"Desde aquel primer momento mi vida cambió”, nos cuenta Khru Somphong, “y de haber sido una vida marcada por el dolor de haber perdido a mis padres de niña, vivir la soledad de la falta de familia y amigos y ello en medio de la miseria que toda guerra genera, pasé a experimentar la “ALEGRÍA” de ser consciente de sentirme llamada a formar parte activa en la comunidad cristiana, compartiendo la experiencia de vida creyente al lado de otros líderes cristianos y junto a sacerdotes entregados en cuerpo y alma a los demás. La presencia de estas gentes me dió el valor para empezar el plan de formación en el centro catequético diocesano y profundizar en la alegría que siente el llamado a evangelizar desde el encuentro con otros amigos de Jesus, el descubrimiento de formas nuevas de escuchar y alabar a Dios, …. y así aquella niña solitaria, huérfana y despreciada por muchos que había sido yo, había llegado a conocer más en profundidad a los hombres y mujeres de mi entorno, a Jesús el Cristo y al Dios Padre de todos nosotros”
“Encontré el Amor que Dios me tiene y ello me ha hecho encontrar la felicidad y tener la Fortaleza para anunciar desde entonces a niños y mayores la Verdad de Dios y el Amor que El nos tiene a cada uno de nosotros y que nos hace ser mejores cada día. Algunos de aquellos a los que he acompañado han llegado con el tiempo a ser ordenados sacerdotes o a profesar en diferentes congregaciones religiosas y esta bendición de Dios sobre ellos también me ha dado especial alegría”.
Una alegria que Khru Somphong sigue experimentado hoy a pesar de que
las dificultades nunca desaparezcan y en la actualidad las
nuevas generaciones tengan muchas veces absorbidas sus vidas por los MCS, por el trabajo que se ha hecho más
injusto y que lleva a muchos a encontrar una evasión en el mundo de la droga y
hasta los más pequeños vean su tiempo de formación y recreo recortado por ser
ya parte de la mano de obra del mercado de trabajo. Pero en medio de todos
estos “monzones” que la vida trae al pueblo de Huey Suam, Khru Somphong sigue
compartiendo con los niños que reciben la catequesis, con los enfermos que
visita por las casas y con los cristianos y aquellos pocos budistas que habitan
este pueblo la alegría de vivir y
proclamar la Buena Noticia de que somos hermanos e hijos de un mismo Dios Padre
llamados a formar y fortalecer su familia.
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